sábado, octubre 01, 2005

Una de radios

Desde que Marconi inventara este instrumento, capaz de recoger (o emitir) y transformar en sonido las ondas hertzianas, a comienzos del siglo pasado, mucho han evolucionado estos aparatos hasta nuestros días. Yo soy una persona muy clásica, creo que la radio es algo de otra época y por tanto necesita de un receptor apropiado para ser oída. Ya sé que ahora las hay con sintonizadores automáticos, pantallas de cristal líquido y multitud de opciones más, que se puede escuchar gran variedad de emisoras vía Internet y que estamos a un paso de la Radio Digital, pero todo esto no hace sino quitarle el encanto que tenía este medio de comunicación de masas. Es como leer un periódico; ahora podemos tener acceso a los principales diarios en Internet, pero no es lo mismo que el pasar de las hojas de papel. Con la radio ocurre igual. Hasta hace poco escuchaba mis programas favoritos en mi “viejo” modelo mil novecientos veintialgo…, todo de madera, con ese sonido característico y hueco tan propio. No, no me entiendan mal, es una imitación que funciona a pilas (su mayor inconveniente), lo cual nos permite por poco dinero disfrutar de esta “cocada”, como la definió la dependienta que me la vendió. Y es que así da gusto oír la radio. Desgraciadamente se me estropeó hace un tiempo. Debe ser un problema de contacto, unas veces enciende y otras no.

Mi antigua radio

Mi antigua radio

Por suerte para mi, esta semana encontré otra nueva joya con la que volver a reencontrarme con una de mis antiguas pasiones. Mi nueva radio, también de madera, tiene una acústica perfecta. Se nota que es un buen aparato, ya solo por su peso. Al ponerlo en marcha se le enciende la rueda con la que sintonizamos, lo cual es muy útil si estamos a oscuras, pues podemos buscar otra emisora sin tener que encender la luz. En fin, a los que nos gusta el estilo un poco “retro”, aquí tenemos una buena compra (no más de veinticinco euros) que en nada defraudará. Ideal para regalar.

Mi nueva y flamante radio

Mi nueva radio