A vueltas con Ortega...

Con motivo de la próxima reforma de la Constitución y del tema nacionalista, o la rebelión de las provincias en el candelero, los políticos de uno y otro lado del espectro político se llenan la boca con palabras del filósofo español José Ortega y Gasset, refiriéndose a su obra La España invertebrada, un conjunto de artículos publicados en prensa y que posteriormente vieron la luz en forma de libro en 1922. Llevado por mi insaciable curiosidad, me acerqué a la librería y me hice con un ejemplar del libro. Tengo que reconocer que me quedé un tanto perplejo tras la lectura de las primeras páginas. El prólogo de mi edición Austral, realizada por el ex ministro de Defensa Federico Trillo Figueroa, ya constituía en si un mal augurio de lo que estaba por venir. Esperaba encontrarme una crítica demoledora del sistema político de la Restauración, y lo que me encontré fue todo lo contrario. En las primeras páginas del libro se realiza una exaltación del militarismo y del autoritarismo. Ortega recoge el testigo de Joaquín Costa, y de su cirujano de hierro que ha de extirpar los males del país. No cabe duda de las influencias del fascismo italiano en el modo de pensar del filósofo. Lejos de la crítica al sistema y a la Corona que yo esperaba encontrarme, culpa al pueblo o la masa de no dejarse gobernar por los estupendos políticos e instituciones que tenemos, y ataca a las fuerzas sociales y políticas que protagonizaron la revolución de 1917, que tenía por objeto traer la democracia a España. Decir estas cosas en la España de Alfonso XIII, donde las elecciones están amañadas mediante el caciquismo, el rey quita y pone ministros a su antojo, hay cada vez una mayor influencia militar en todos los ámbitos de la vida pública española, hace que nos preguntemos si este hombre vive en la Luna o es más facha que la camisa de Jose Antonio. ¿Cómo es posible que el hombre que creara años más tarde la Agrupación al Servicio de la República tuviera estas ideas? ¿Se vio seducido Ortega por el Reverso Tenebroso? No me sirve eso de que Ortega era un hombre de su tiempo, cojones, Manuel Azaña también lo era y no pensaba así. Su método de la razón histórica es igualmente cuestionable, por no decir un disparate las conclusiones a las que llega… No soy experto en filosofía ni conozco la evolución ideológica del autor, si es que la hubo. ¿Pensaría igual tras la guerra civil o tras la II Guerra Mundial?

No se puede decir que este sea un ensayo con sus luces y con sus sombras, porque estas últimas abundan más que las primeras. Pero aún así tengo que recomendar su lectura ¿Por qué? Pues porque tiene algunos aciertos interesantes, que nos hace pensar que no hemos tirado el dinero a lo tonto. La idea de que Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho; la mención a los nacionalismos, como consecuencia, no como causa de la desintegración del país; y su concepto de nación, como un proyecto sugestivo de vida en común, me parecen los puntos más importantes y acertados de su obra, y que aún están de actualidad. Del resto podemos olvidarnos de ello tranquilamente. ¿Qué dice Trillo de los disparates de Ortega en su prólogo? Absolutamente nada… Solo ve lo que quiere ver y por supuesto aquello que puede aprovechar su partido para aumentar su escaso bagaje intelectual.

Al menos algo bueno tiene este ensayo, se lee rápido. En un par de días lo habréis despachado.